Artículo de Michael Thallium – 2/5/2024

El día que lo conocí, estaba diluviando en Madrid. Llegué tarde al concierto. Allí estaba él, dirigiendo un coro en el Auditorio Nacional de Música. Mediaba marzo. Era el año 2018. Jamás antes había oído su nombre. A mí me pareció que con el movimiento plástico e hipnótico de sus manos moldeaba el sonido de las voces como el orfebre moldea a su antojo la pella de barro en el alfar. Me acerqué a saludarlo cuando terminó el recital. Tenía nombre de militar romano, pero me pareció un hombre sencillo, campechano, modesto y muy conocedor del arte de guiar las voces para crear prodigiosos recipientes sonoros donde albergar las más hermosas polifonías. El tiempo haría el resto: conversar de vez en cuando e ir forjando una relación de amistad. Una vez me dijo: «Si alguna vez ves que se me sube el éxito a la cabeza, dame una buena colleja».

©Michael Thallium

Marco Antonio García de Paz nació en Luanco, una villa pesquera, capital del concejo de Gozón, en el Principado de Asturias. El García le viene de su padre Julio. Murió octogenario en 2015, justo al día siguiente de que Marco debutara con el Coro RTVE. No pudo disfrutarlo, pero se hubiera sentido orgulloso de los logros de su hijo. El de Paz le viene a Marco por María Teresa de los Ángeles, Angelines, su madre. Falleció casi nonagenaria en 2021. Ni Julio ni Angelines fueron músicos, aunque sí grandes amantes de la música. Y algo de artista sí que tuvo doña Angelines: pintaba y de joven había estado en París… llegó incluso a conocer a Pablo Picasso.

En la vida de Marco hay otro Julio —también con nombre de general de la Antigua Roma—, Julio César, su hermano mayor. Julio es el deportista —profesor de tenis— además de regente de El León de Oro, un bar que lleva en Luanco desde 1969 cuando lo fundó el padre de ambos. Fue Julio quien quizás empujase a Marco, el músico de la familia, a crear un coro. Y eso hizo Marco, crear un coro amateur que lleva el mismo nombre que el bar de su hermano… y que lo trasciende, porque actualmente, cuando alguien menciona El León de Oro, seguramente se refiere al coro que Marco fundó en 1996, una empresa musical que comenzó con el apoyo de Elena Rosso, su mujer. Marco y Elena se conocieron en 1993 y juntos han llevado el proyecto de El León de Oro hasta lugares insospechados. Nadie lo hubiera dicho hace veintiocho años, pero como bien dice el asturiano Chema Hevia —teólogo, físico y matemático—, por el agujero pequeñito de un telescopio se alcanzan millones de años luz; en el mapamundi, Luanco es una villa pequeñita, un diminuto agujero telescópico, pero desde allí el El León de Oro ha logrado experiencias sonoras maravillosas recorriendo muchos lugares de España y del mundo.

Marco es desde 2019 director titular del Joven Coro de Andalucía y desde 2021 también titular del Coro RTVE. Precisamente con este último coro, recientemente en el Teatro Monumental de Madrid, ha logrado lo que para quien suscribe es una de las más extraordinarias e inefables interpretaciones de Un réquiem alemán de Johannes Brahms. Una versión arreglada por el compositor alemán Heinrich Poos para dos pianos, timbales, soprano, barítono y coro. Al piano estuvieron Ángel Huidobro Vega y Jesús Campo Ibáñez —¡con qué finísimas musicalidad y expresividad tocó Jesús Campo!— y, a los timbales, Carlos Jiménez. La soprano fue Esther González y el barítono Vicente Martínez. No es el Requiem de Brahms de mis obras preferidas —por alguna razón que ignoro, me cuesta conectar emocionalmente con Brahms—, pero el modo en que Marco Antonio García de Paz lo dirigió y los maestros del coro, arropados por los pianistas y el timbalero, lo interpretaron fue de esas experiencias musicales memorables y que, como ocurre con muchas de esas cosas extraordinarias, pasó un tanto inadvertida. En los últimos tres años, el Coro RTVE está en un estado excepcional, en estado de gracia, vamos. ¡Viva la música en directo!

Marco Antonio García de Paz es un orfebre del sonido que desde su alfar en Luanco ha ido conquistando —poco a poco, perseverando, modestamente— cada uno de los coros y orquestas que han pasado por sus manos. Tiene razón Chema Hevia: por el agujerito de un telescopio se alcanzan años luz… El telescopio de Marco surca el universo de la música apuntando bien lejos y con profundidad. Y a Marco aún no he tenido que darle ninguna colleja.

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