Toda mi intención cuando salí anoche de Avilés tras el segundo y magnífico concierto participativo del #ProyectoLDO era escribir unas líneas sobre lo escuchado, lo visto, lo vivido, lo disfrutado.

Pero no puedo por menos que copiar y pegar las palabras que ha escrito el musicólogo y crítico de La Nueva España, Johnatan Mallada, porque ni una coma movería.

Mallada toca todos los palos, y da algunos de soslayo sin mancharse las manos. Me encanta, así que, sin más dilación, aquí tenéis la líneas publicadas hoy en LNE.

La nobleza del León

El proyecto coral participativo comandado por «El León de oro» que ha pasado por Avilés y Lugones

Al igual que sucede en la sabana africana, la cultura es un ecosistema donde diferentes instituciones y sociedades se disputan un espacio que, lamentablemente, la mayor parte de las ocasiones se decide a favor del más fuerte. En el plano cultural, como no podía ser de otra forma, esta fortaleza vendría determinada por el espectro económico. Uno de los casos más flagrantes, a pesar de la enorme tradición y del arraigo existente en nuestra región, es el de la música coral, cada vez más arrinconada hasta discurrir en los márgenes de las instituciones más importantes del Principado de Asturias.

Afortunadamente, en el reino animal también existe un código de nobleza donde los fuertes velan por la salud e integridad de los más débiles. Al igual que la leona, celosa siempre en la protección de sus cachorros, una de las agrupaciones que más y mejor ha sabido capitalizar la pérdida que ha supuesto la inexplicable desaparición de los coros infantil y joven de la FPA (extensible al cese de actividad de la escolanía de Covadonga) ha sido «El León de Oro«.

Marco Antonio García de Paz y Elena Rosso han sabido tomar las riendas de la música coral del Principado desde la autoridad que les confiere ser los adalides del prestigioso «León de Oro» (al que habría que añadir las formaciones «Aurum» y «Peques LDO«), manteniendo también estrecha relación con agrupaciones como el Coro Joven de Andalucía o el de RTVE.

Los de Luanco abanderan un proyecto participativo que culminó este fin de semana con sendos conciertos en Lugones y Avilés. Su iniciativa registró más de 70 solicitudes, pero lo realmente interesante es que, en un 60%, estas personas no superaban los 25 años. Es decir, los jóvenes -integrantes de otras agrupaciones corales sin tantos medios y los estudiantes de los diferentes conservatorios asturianos- se volcaron con una propuesta que se completó mediante personas sin estudios musicales e incluso a través de gente de comunidades autónomas vecinas.

Estos resultados, además de suponer una bocanada de aire fresco en el panorama de la música coral asturiana, evidencian la necesidad de involucrar a más agentes en iniciativas de este calibre para la formación de un proyecto coral serio y sólido, independiente de vaivenes políticos y económicos, que conecte con la gente joven y suponga una renovación generacional y una continuidad en la abigarrada escena musical (y coral) asturiana. Ahora bien, para ello es imprescindible contar con una serie de patrocinadores que apuesten de forma decidida por el proyecto, así como gozar del paraguas que proporcionan las diferentes administraciones, municipales y regionales. Si a todo ello sumamos el liderazgo y la infatigable constancia de Elena y Marco, podríamos gozar de un atractivo proyecto coral a largo plazo del que toda la región se beneficiaría. No hacerlo sería un error imperdonable, máxime cuando se cuenta con el amparo del León más noble.

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