Así nos cuenta Simón Andueza, redactor de la Revista Ritmo, publicado hoy, 11 de marzo de 2024.

«… El primero de los conciertos correspondió por el ofrecido por el coro asturiano EL León de Oro. Este conjunto, creado por Marco Antonio García de Paz a finales de los años 90, ha ido creciendo y se ha convertido en uno de los conjuntos vocales con una trayectoria realmente asombrosa, única y de marcada personalidad, puesto que se ha situado como una de las formaciones referenciales en los más prestigiosos escenarios nacionales y europeos, convirtiéndose en uno de los principales embajadores de la cultura musical renacentista española. El responsable de todo esto, Marco Antonio García de Paz, conserva intactas su pasión y vitalidad por la defensa e interpretación de esta música, que todavía necesita de mucho cuidado, atención y estudio por parte de musicólogos, intérpretes y programadores, como demostró sobradamente su recital. Éste rescató del olvido música que lleva más de cuatrocientos años olvidada en archivos y cajones, mostrando su esplendor y fabulosa calidad musical.

EL repertorio que pudo disfrutarse en una todavía desconocida por muchos Capilla del Palacio Real de Madrid no pudo ser más apropiado para esta joya arquitectónica. Fueron las músicas que se escucharon en este mismo espacio durante décadas acompañando a los oficios religiosos de la Corte Española durante el reinado de Felipe II por su Capilla flamenca, consistente en decenas de músicos provenientes de los Países Bajos, que trajo consigo cuando estableció la Corte en la ciudad de Madrid desde Toledo. Los dominios españoles que hoy os parecen tan lejanos y alejados de nuestra sensibilidad fueron durante muchos años unos hermanos y compañeros tan habituales que hicieron que la corte madrileña se llenara de artistas flamencos. Los Maestros de Capilla que capitanearon la música de la corte fueron magníficamente homenajeados en esta simpar velada, en donde pudimos descubrir la formidable calidad de sus creaciones musicales que sonaron en la capilla del viejo Alcázar, destruida por las llamas del fatal incendio de 1734, acontecido entre la Nochebuena y el Día de Navidad.

Así, pudimos oír las fascinantes creaciones que la exquisita y avanzada escuela flamenca de polifonía creaba para nuestros monarcas y nobles, en unas partituras que conservan la esencia de sus primeros y personalísimos autores, que supieron mezclarse con las creaciones italianas de la polifonía dominante en Europa, confluyendo en unas composiciones fascinantes, llenas de simbolismo y de tradición secular en su creación. Sus primeros intérpretes, la capilla flamenca que las interpretaba eran los más avezados músicos prácticos provenientes de los Países Bajos, año que supuso todo un reto interpretativo de alto voltaje para El León de Oro.

Así, la primera de la pieza interpretada fue un Regina caeli a doble coro de Philippe Rogier (1561-1596), perfecto exponente de la clara influencia italiana policoral en el mundo flamenco. La perfecta afinación del conjunto asturiano y su vital y contundente sonido fueron sus primeras cartas de presentación. La apasionada interpretación de esta música por Marco García de Paz contagiaba de inmediato a los componentes de El León de Oro, que en el concierto de más de una hora de duración no desfallecieron y mantuvieron intactas su vitalidad y generoso volumen sonoro. La obligada disminución de la pieza por su doble coro no fu obstáculo para que las voces de sus componentes sonaran siempre compactas, y cohesionadas, debiendo destacar especialmente la calidad de sus sopranos, luminosas y de bello timbre, y con un empaste especialmente reseñable.

Las tres composiciones ofrecidas a continuación de Pierre de Manchicourt (1510-1564), demostraron la complejidad y primerísima calidad musical de sus creaciones. La polifonía imitativa hizo su aparición en estas bellas y singulares piezas. SU escritura a cinco voces permitió una demostración de las capacidades de alto nivel de sabiduría de Manchicourt, quien debe ser revisitado y reconocido como uno de nuestros grandes creadores musicales, al igual que le suceder al compositor de la monumental misa ofrecida como colofón del concierto. Debemos citar expresamente los títulos de las piezas Osculetur me y Emendemus y melius como dos de las obras que deben conocerse mucho más allá de los afortunados asistentes al concierto que nos ocupa.

Las obras de Nicolas Payen (1512-1559) y de Philippe Rogier que escuchamos, Virgo prudentissima y Cantantibus organis, poseen una belleza poética en su texto que deben ser escuchadas con más frecuencia de lo que se pudo disfrutar en la velada, algo que sin duda haremos en cuanto salga a la venta el disco con las piezas que pudimos felizmente descubrir en la ocasión, ya que El León de Oro las acaba de grabar para el prestigioso sello británico Hyperion. Este será su tercer registro, en una serie de cedés que comenzó en 2019 con el laureado disco Amarae Morti.

La composición que da título a esta grabación, la compleja y para nada breve Missa ‘Praeter rerum seriem’ de George de La Hèle (1547-1586) puso el broche de oro a este concierto. Sus cinco partes, Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei fueron una a una un descubrimiento monumental de nuestro patrimonio musical que debemos defender con todo el cariño posible porque su calidad y valor musical son de primer orden y lleva demasiado tiempo acumulando polvo cuan objeto inservible de un desván remoto y oscuro. Sus exigentes líneas monódicas que se aúnan para crear esta formidable polifonía fueron llevadas a buen puerto gracias al excelente desempeño entusiasta y encomiable de todos y cada uno de los miembros, treinta y dos cantantes que no se dedican exclusivamente a la música de El León de Oro, y de sus fundador y director, Marco García de Paz. Una fabulosa formación vocal que García de Paz sigue sabiendo mantener en su extraordinario nivel todos estos años.

El público que llenaba la Capilla Real no pudo más que ovacionar fervientemente el trabajo de cada intérprete puesto en pie, exigiendo una pieza de propina, algo que fue gratamente ofrecido por El León de Oro, repitiendo, sin muestras de cansancio, la fabulosa pieza con la que comenzó el concierto…»

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